
Federico
Como no me gusta hablar sobre mí, os presento a dos personas muy queridas que pueden describirme muy bien.
Michael
un antiguo compañero de piso y amigo
“A Federico le gusta acercarse a otras personas y establecer contacto con ellas. Se comunica en todas partes y con todo el mundo, ya sea con la cajera del supermercado o con un notario en la barra de un bar, siempre dispuesto a despedirse de su interlocutor con una sonrisa. Quienes se relacionan con él durante más tiempo aprenden a apreciar sus maneras enérgicas, directas y a veces honestamente efervescentes, que se caracterizan al mismo tiempo por la atención y la emotividad.
Se enfrenta al mundo con los ojos abiertos y no se cierra ni a la alegría ni a la tristeza. Más bien, percibe su entorno con gran detalle. Incluso temas como la muerte le resultan familiares y los aborda abiertamente y sin tabúes.
Como profesor, es paciente y detallista. Experimentado en la vida y en la práctica, tiene ideas y conceptos muy precisos. Con su fino oído y su sensible percepción, exige mucho, tanto de los demás como de sí mismo.
Su pasión es el shakuhachi, la flauta de bambú tradicional japonesa, y el canto de armónicos.
Cualquiera que escuche su improvisación libre se sentirá conmovido por su forma de tocar. No es raro que pierda por completo la noción del tiempo.
Conoce bien la técnica del canto armónico y toca varios instrumentos, como el didgeridoo, el arpa judía o el saxofón, y cuenta con muchos años de experiencia.
Ha dado varios conciertos y cursos. Entre ellos, destacan los seminarios sobre técnicas de relajación y autoconocimiento, cursos sobre la curación con la propia voz, así como los talleres para construir y tocar didgeridoo.”
Maribel
una persona a la que tengo en gran estima y con la que me siento muy unido.
“Es habitual encontrarle por las calles de su ciudad tocando alguno de sus instrumentos. Ya sea con una de sus flautas (algunas de las cuales fabrica él mismo), el saxofón o cantando. También se le puede encontrar a menudo en iglesias u otros lugares con buena acústica, donde se puede disfrutar de su canto y su interpretación de la flauta.
Es un placer escuchar tocar sus didgeridoos (el instrumento de los aborígenes australianos), que también construye él mismo.
Apasionado de la música desde su más tierna juventud, él mismo se dio cuenta más tarde de que había comprado sus primeros discos de larga duración a los nueve años. Se trataba de Deep Purple in Rock y las Sinfonías nº 8 y nº 9 de Ludwig von Beethoven, bastante extrañas para esa edad.
Durante su vida él ha sido un observador muy atento de su entorno y de las personas que le rodean. Es capaz de analizarlos hasta el fondo, lo que a veces puede resultar muy doloroso.
Lo hace para que tú, si quieres y eres capaz, puedas ser más consciente de ti mismo y crecer a partir de ello. La solución se encuentra dentro de cada individuo.
Le encanta observar, comunicar y debatir, y saca a la luz lo que llevamos dentro. Con sus profundas conversaciones y, por supuesto, con su música, sus instrumentos y su canto.
En este sentido, me recuerda la metodología de Aristóteles, la meeútica. Según la cual se ayuda a la persona a entenderse haciendo que descubra por sí misma los hechos en cuestión formulándole las preguntas adecuadas; en otras palabras, hay que encontrar la verdad dentro de uno mismo.”